¿Por qué exploramos?

La necesidad de explorar nos hace humanos. Desde la infancia de la humanidad, siempre nos ha movido una necesidad intrínseca de ver qué hay más allá; más allá de esa loma, más allá de las montañas, más allá del mar, más allá de la atmósfera, más allá de la Luna, más allá de las estrellas.

Hay muchas personas que dicen “¿pero por qué se gasta tanto dinero y recursos en mandar cohetes al espacio? ¿Qué ganamos con eso? Debemos preocuparnos por arreglar nuestro planeta antes de tratar de colonizar otro. ¡Sólo hay un planeta Tierra!” Siempre habrá razones para no hacerlo, pero la historia de nuestra especie nos demuestra que es algo inevitable. Simplemente iría en contra de nuestra naturaleza humana.

Cuando los primeros grupos de homínidos salieron de África, no es porque África ya estuviera completamente poblada y no hubiera más espacio para la población creciente, tampoco los condujo ninguna certeza de que afuera pudieran encontrar más y nuevos recursos. No sabemos exactamente cuál fue su razonamiento, pero por lógica sabemos que no fue eso. Racionalmente, claro que hubieran podido quedarse a desarrollar sociedades más avanzadas antes de tener que ir como nómadas, migrando a lo largo de cientos o miles de años, pasando enormes dificultades, cruzando vastos territorios hostiles a la vida humana, en cualquier momento pudieron haber decidido regresar al edén del África subsahariana. Y seguramente muchos lo hicieron, claro, habrá muchas personas que no sientan eso que yo llamo una necesidad intrínseca, pero los que siguieron adelante, los pioneros, se encargaron de llevar a la humanidad siempre a nuevas fronteras.

De igual forma cuando grupos humanos cruzaron el Estrecho de Bering desde Siberia hasta Norte América. Evidentemente los hombres y mujeres que realizaron ese viaje por primera vez no lo hicieron sabiendo que iban a poblar un nuevo continente. Pero vieron que había territorios sin explorar en esa dirección y decidieron ir hacia allá. También seguramente podían haber migrado más hacia el sur, en lugar de ir hacia el noreste. No sabemos con certeza sus motivaciones, pero creo que la lógica nos dice que éstas no están en un cuidadoso y racional análisis de los factores y conocimiento previo de ventajas y desventajas.

Primer desembarco de Cristóbal Colón en América, tomando posesión de la isla de San Salvador para la Corona de Castilla, Dióscoro Puebla.

Cuando los europeos “descubrieron” América en el siglo XVI también casi de inmediato (en términos históricos) se dio una migración masiva desde todos los países de Europa, de gente que seguramente estaba pasando por muchas dificultades en su país, sí, pero también en algún punto debieron haberse enterado que las cosas en América tampoco estaban nada fáciles; sin embargo, lo que era un hecho era que allá había más oportunidades, era un mundo nuevo y abierto, diferente, inexplorado. Claro, con todas las comillas que eso merece ya que claro que había población en América, pero hablando de cómo era la percepción para el europeo, creo que una parte no sin importancia del porqué se dio esa migración fue ese deseo intrínseco, como dije, de explorar nuevos horizontes.

Ahora mismo la próxima gran frontera es el espacio exterior y no faltan voces que cuestionan la necesidad de gastar los miles de millones de dólares que invierte una compañía como SpaceX (que no es la única compañía privada desarrollando tecnología para la exploración espacial), sin que esté realmente generando ganancias tangibles. Y esas críticas muchas veces también son motivadas por sesgos o ideologías políticas como el anti-capitalismo o el ambientalismo. Y también son muchas las justificaciones y racionalizaciones que se hacen para tratar de argumentar por qué sí vale pena:

  • Porque en el futuro se podrá desarrollar la industria espacial, permitiendo trasladar al espacio cercano la fabricación de muchos productos que ocupan muchos recursos de la Tierra.
  • Porque se puede desarrollar la minería espacial para sustraer materias primas de asteroides u otros planetas y no los recursos de la Tierra.
  • Para darle a la humanidad un segundo hogar en caso de que una catástrofe, ya sea provocada por la humanidad o por factores externos, acabe con la vida en la Tierra o la haga insostenible.
  • Porque impulsa el desarrollo de nuevas tecnologías que más tarde son adoptadas por la sociedad en general.
  • Para aprender más sobre el universo y hacer experimentos científicos.
  • Etcétera.

Pero todo eso tiene argumentos y contra-argumentos sin terminar. Al final, creo, la humanidad siempre va a tener ese impulso innato. Sin importar cuántas razones encontremos para no hacerlo, cuántos datos perfectamente analizados y corroborados de que es una misión suicida, de que no va a prosperar, de que no vale la pena económicamente; siempre habrá alguien que esté dispuesto a hacerlo, a dar su vida simplemente por saber qué hay más allá. Y al final prosperará simplemente por el hecho de que no paramos de intentarlo hasta que lo logramos.